La imagen más frecuente de un
historiador es la de alguien que encadena con soltura fechas y hechos que puede
sacar de su memoria con la misma facilidad que un mago saca conejos de la
chistera. No es una imagen esta que se ajuste a la realidad. La historia es la
asignatura de los ¿por qué? y los ¿para qué? Y saber historia es ser capaces de
hacernos estas dos preguntas muchas veces y tratar de dar respuesta.
Desde esta perspectiva, los niños
son historiadores privilegiados, y el pasado 5 de noviembre tuve la oportunidad
de comprobarlo en Infantil cinco años, donde estuvimos aprendiendo cuáles son
las grandes etapas de la
Prehistoria , por qué el Paleolítico y el Neolítico se llaman
así, por qué el hombre era cazador y recolector y luego agricultor y ganadero y
cómo este tránsito sirvió para que aparecieran los primeros poblados y el
hombre dejara de ser nómada.
Aprendimos cómo y por qué los
útiles fueron cambiando de aspecto, forma y material de fabricación y nos
planteamos que a veces el arte no cumple una mera función estética.
Fue no más de media hora de
charla con ellos, o quizá fueron sólo cinco minutos, porque el tiempo voló. A
cambio ellos trabajaron en un precioso mural en el que cada uno plasmó aquello
que, de todo lo que había aprendido, más le había gustado. Ese fue su regalo que hoy adorna una pared
privilegiada de mi despacho. No existe ninguna otra profesión que multiplique
así lo invertido.
Proyecto “La
Prehistoria ” en Infantil 5 años.
Alicia Alonso de Leciñana Cases
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