Se acercan las navidades y, como no, la temida lista de regalos a los
Reyes Magos. Los niños se sientan delante del catálogo de juguetes de su tienda
favorita dispuestos a marcar todos y cada uno de los regalos que les pedirán a
Papá Noel o los Reyes Magos.
Muchos
padres, por amor, por gusto, porque el amiguito lo tiene, porque de niños ellos
no lo tuvieron, porque quieren que a su hijo no le falte de nada, porque deje
de llorar o porque así suplirán una ausencia de cariño, terminan por comprarles
a sus hijos todo lo que piden. Juguetes, diversiones, ropa, dulces, etc., una lista interminable de objetos y peticiones
que muchos niños obtienen con sólo estirar la mano. Los niños aprenden rápido a
exigir comodidades y premios sin motivos aparentes.
Aunque puedas y tengas, evita
darle TODO a tu hijo. Una
infancia llena de regalos puede derivar en una persona vacía y sin muchas
aspiraciones. El doctor Martin Seligman, especialista en depresión, ha
encontrado que cuando un niño recibe todo lo que quiere puede convertirse en un
adulto frustrado.
Estos niños sobreprotegidos, cuando crecen, se enfrentan a mucha
frustración ya que están a la espera de que llegue alguien a resolverles
cualquier problema que les surja en el día a día.
El niño debe aprender a identificar un problema y a buscar distintas
soluciones para resolver los conflictos. Más que resolverle a tu hijo el
problema, lo que recomienda el doctor Seligman, es presentarle alternativas,
para que juntos, lleguéis a resolver el conflicto.
Como padre debes evitar caer en la fórmula de “regalar” para evitar caer
en un conflicto y así mantener tu comodidad. Motívale a realizar algo, que haga
un esfuerzo para obtener lo que quiere.
Los niños que reciben premios y regalos sin que tengan que ver con un
esfuerzo aprenderán que el poder de la influencia será mayor que el de sus
acciones.
¿Y cómo puedes controlar todos los regalos que recibe en Navidad o en su
cumpleaños, de abuelos, amigos y otros familiares?
Un exceso de juguetes es peor que un empacho
de comida, incluso puede llegar a crear “estrés” en el niño… por lo que
se recomienda que ante la llegada de los nuevos juguetes retires la mayoría de
los viejos.
Guárdalos
dentro de un armario, un trastero (o puede ser un buen momento para dar
aquellos que ya no llaman su atención a otros niños necesitados). Guárdalos
donde tu hijo no tenga acceso, donde no los vea para así centrar su
atención sólo en los nuevos.
Déjale
a su alcance pocos juguetes, los necesarios para jugar cada día. A los dos o tres meses los vas
cambiando por aquellos que ya tienes guardados. Quitas unos y pones otros.
Verás como los viejos vuelven a llamar su atención, y además, con alegría (Ej: ¡¡Anda mira, mi camión de bomberos!!).
Así
les ayudas a valorar la calidad (y no la cantidad), a centrar su atención en un
juego o juguete y a desarrollar mejor su creatividad. Y tú también verás menos
juguetes por medio y costará menos animarles a recogerlos…¡Todos saldréis
ganando!.